Jade: Amor, poder y guerra

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Capítulo 6 Primera parte | Capítulo 6: Pequeña disputa.

Jade Di Costa.

La respiración de Ragnar sube y baja de una manera que solo he presenciado una vez en la vida desde que lo conozco, ocasión que, por ironico que sea, se centraba en defenderme a mí, para evitar un posible destierro por acusaciones de una de las damas de la reina, su madre y mi suegra.

A pesar de que esta mal y es una pésima señal que su respiración sea irregular, no me acerco, y no porque no pueda intervenir, puedo hacerlo, puedo incluso calmar a Ragnar, pero esta vez, simplemente no quiero. Él se merece la clara amenaza de mi tío.

—¿Está negando algo que sé? ¿Está poniendo a prueba lo que es mío? Déjeme decirle que se está pasando de la raya, soy un príncipe, usted un Duque. Respetemos los rangos, por favor. —el tono que usa Ragnar es una clara amenaza.

—Su alteza, también se esta propasando, que el titulo de mí tío, no sea el mismo que el suyo, no significa que deba olvidar que es un príncipe por nacimiento. —aunque trato de defender a mí tío, él solo sigue tratando de causarse más inconvenientes.

«Cachorrita malagradecida, él está en esta situación por tratar de ver por ti…»

«No es eso, sé que lo hace por mí, pero se está poniendo en riesgo, empezando porque su visita no es realmente diplomática»

En cuanto creo que mi loba va a responder, vuelvo a prestar atención al escenario que aun se desarrolla frente a mí.

—Ella es mi sangre, eso es más importante para mí, que el peso de su título, alteza.

—Su alteza, quizás debería soltar a la princesa. —sugiere mi dama. Aunque también debería llamarla tía.

—¿Sientes algo cuándo tu esposo está cerca? ¿Te es imposible no inhalar su olor...? —niego—. ¿Tu loba no está inquieta estando a su lado? —pregunta.

—No mucho, pero creo que solo es atracción normal.

—Deje de hacer ese tipo de preguntas, no es el padre de mi esposa, ni su hermano. —el contacto de mi espalda con su pecho me permite saber que está respirando forzado.

—¿No sientes su olor, cierto? —asiento.

—No, no lo hace. Esa ha sido mi decisión. Pero, en efecto ella es mi mate. —antes de que mi tío pueda decir algo más, intervengo.

—Tío, no nos hemos visto en mucho tiempo y acabas de encontrar a tu mate, deberías descansar y pasar la tarde con nosotras. —lo tomo de las manos.

—Pero tu...

—Yo estoy lo suficientemente grande como para solucionar esto, agradezco que me defendieras, de verdad. Pero soy la esposa del príncipe heredero y la hija de tu hermana, no voy a permitir que me vuelvan a faltar el respeto. Nadie... —me volteo y levanto la cabeza para mirar a Ragnar.

—De acuerdo. —me acaricia la mejilla—. Definitivamente, de tal palo tal astilla. Has sentir orgullosa a tu preocupada madre. —sonrío—. Ven preciosa. —Gisella me mira, asiento.

—Ve con él. Si hace algo malo me lo dices. Mi madre se encargará de darle su merecido. —ella sonríe y toma la mano de mi tío—. Trátala bien, es importante para mí. —él me guiña un ojo, y sale de la habitación.

—Jade. Escúchame... —suspiro.

—Creo que también debe retirarse, alteza. Quiero descansar un poco.

—No, quiero que me digas que hizo Nolan... —ruedo los ojos—. ¿Qué sucedió? —en verdad parece preocupado.

—¿Para qué su alteza? ¿Para qué pueda volver a culparme por infidelidad? —niego con la cabeza—. Estoy agotada, me molestan y confunden sus cambios de humor, así que por favor retírese. —dicho eso me volteo y camino hasta llegar a mi tocador, sentarme frente a este, y comenzar a retirarme las joyas que llevo encima.

—Jade. Eres mi esposa y mi mate. Creo que sabes que eres demasiado importante para mí... —una sensación de melancolía se hace presente en mí.

—Todo lo contrario, a lo que realmente demuestra. —el recorre con sus dedos desde la base de mi cuello, hasta mi mentón.

—Jade, realmente creo que sabes que no quiero esto, quiero que termine, pero hasta que no pueda comprobar tu inocencia o tu culpabilidad, es como debo de actuar. ¿Qué pensarían los miembros del Consejo, el Parlamento y la Corte Real si saben que el futuro rey ni siquiera puede mantener controlada a su esposa? —suspiro, me aparto y me levanto.

—Príncipe, no...—me interrumpe.

—Jade, en serio, como mi esposa, como princesa heredera, creo que eres quien puede entender mejor esta situación. —se acerca y se inclina hacia mi—. ¿Crees que mi cuerpo no arde o que no siento la necesidad de estar cerca de...? —lo interrumpo.

—No, no puedo saber eso, usted me negó sentir eso. Y en este momento, no me interesa sentir lo que usted, porque sería asfixiante tenerlo aquí y no poder reaccionar, ni actuar como su mate, cada que lo veo. —nuevamente intenta tocarme, pero vuelvo a negarme.

—Mi...—lucha por decirlo, pero no lo hace.

—Solo cuando se sienta lo suficientemente capaz de llamarme su Luna o su compañera sabré que en verdad confía en mí. —dejo claro—. Ahora por favor márchese. —él me mira por última vez, y un destello de dolor brilla en sus ojos, luego finalmente sale de mi habitación.

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