El Hijo Inesperado Del Alfa

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Capítulo 5: Los Wildroot

El lugar quedó por completo en silencio, todos miraron al hombre que apareció de la nada y tomó el brazo de Giancarlo Petroff como si fuera el de un muñeco.

—S-señor Wildroot. —El hombre tartamudeó en pánico.

Todos los presentes lo miraron con la boca abierta, no por su comportamiento patético frente a un hombre, sino por el apellido que había dicho. Habían escuchado ya aquel nombre, es el nuevo dueño de la multinacional.

Andy cruzó mirada con sus amigos, chismearon de que aquel que había comprado esa exitosa empresa debía ser dueño del mundo como para lograrlo y resulta ser el loco al que se le entregó.

—¿Por qué le alzas la mano a mi mujer? —Giancarlo se estremeció con cada palabra que Jhon suelta.

—Me faltó al respeto, y-yo no tenía idea de que la señorita Banks era su novia…

—Aunque no lo fuera. —Lo calló. —No hay hombre más miserable que aquel que le levanta la mano a una frágil mujer. —Tras apretar y escuchar un crujido lo soltó. —Lárgate de mi vista. —El hombre adolorido salió corriendo, humillado frente a sus trabajadores.

Andy se vio obligada a seguirlo hasta el despacho que le pertenecía a su jefe. Verse frente al imponente hombre, la puso algo nerviosa.

—¿Yo lamento que mis vecinos te atacarán? —Sonrió mostrando sus dientes. —¡No me mire así! —No pudo con la seriedad de Jhon. —Fue su culpa. —Lo señaló, ella se siente atacada solo con esa mirada dura. —Llegó, golpeó a mi amigo y después me dijo todas esas cosas…

—No te dije más que la verdad. —La intensidad de su voz la estremeció hasta debilitarla. —No es mi culpa que no me creas. —Andy fue retrocediendo, él no deja de avanzar y hacerla sentir una migaja frente a su imponente presencia.

—Mire, he conocido a gente que está mal y han podido seguir adelante, solo debe buscar ayuda. Yo no soy su mujer y…

—¡Mía! —Gruñó contra su mejilla. Andy se tensó por completo. Ella está asustada, pero aun así su cuerpo se derrite ante el leve contacto con la nariz del hombre.

—Y-yo… sí, sí fui tuya, pero ya no lo soy —Jhon aspiró su aroma y enloqueció al instante. ¿Por qué no puede pasar de ella por mucho que luche? ¿Por qué huele más delicioso ahora que lleva a su cachorro?

—Llevas al heredero del alfa en tu vientre, así que me perteneces. —Andy abrió los ojos de par en par, ¿Por qué siempre saca esa locura?

—Ok… gracias por salvarme de mi cruel jefe. —Andy se liberó de su prisión. —Es usted un excelente hombre, loquito, pero bueno. —Jhon gruñó, ella lo trata como si fuera un chiste. —Le pagaría con una noche de pasión, pero está obsesionado y eso no es bueno.

—¡Deja de jugar! —Le bramó molesto. —Debes venir conmigo, este ya no es tu lugar. —Andy carcajeó bastante nerviosa.

—Es el único lugar que conozco, así que… ¡Oh, mire! —Señaló a través del cristal. —Mis amigos deben estar muy preocupados, iré a hablar con ellos. —Jhon la dejó escapar porque de lo contrario la tomaría ahí mismo y le haría entender las cosas.

—¡Además de sexy y loco, es multimillonario! —Uriel se acercó inmediatamente a ella. —Cuchi, esa primera vez tuya, ha desencadenado cosas fuera de este mundo.

—Nos mira como si deseara desaparecernos. —Uriel y Andy alzaron la mirada y se encontraron con la azul intensa de Jhon.

—¿Nos? —Uriel la miró como si estuviera loca. —Fuiste tú quien le dio ese sartenazo en la frente, querida.

—¡Traidor! —Gruñó Brenda furiosa por verse sin apoyo.

—Chicos, no me estoy sintiendo bien, deberíamos irnos a casa. —Jhon se mantenía dentro del despacho, con la mirada fija en los amigos.

Él podía escuchar cada cosa que se hablaba fuera y la única que no estaba impresionada por él era su luna. ¿Por qué es tan indiferente a su presencia? ¿Por qué no muere como todos por él? Eso lo estaba sacando de quicio.

Cada humana con la que se atravesó a lo largo de su vida, caían rendidas a sus pies, ellas apenas podían ser consiente del poder que tenía sobre ellas, pero ahí está la mujer que debería darlo todo por él siendo indiferente.

—Te apoyo, hay que irnos. —Brenda recogió sus cosas más rápido que a prisas.

—Gracias por defenderme, señor Wildroot. —Andy le sonrió, no quiere parecer una malagradecida frente a los cotillas que todavía quedan ahí. —Debo agradecer que el jefe vino prácticamente en nuestra salida. ¿Imaginan tener que quedarnos después del espectáculo?

—Ni lo menciones. —Brenda llamó al ascensor. —Rápido, siento su mirada en mi nuca.

—Y yo su presencia. —Uriel frunció el ceño.

—Y yo su cuerpo. —Los tres pasaron saliva con dificultad y giraron lentamente al mismo tiempo.

Andy chocó contra su fuerte abdomen, el hombre le saca medio cuerpo. Ella alzó la mirada y esos ojos azules se plantaron en ella.

—Esto es jodidamente raro y muy incómodo. —Uriel le dio la espalda al igual que las chicas.

El viaje en el ascensor se hizo largo y el ambiente estaba demasiado tenso. Cada respiración de Andy enloquecía al lobo de Jhon y cada gruñido de él enloquecía el corazón de Andy.

La tensión era palpable, todos a su alrededor podían sentirla a pesar de no ser seres sobrenaturales por lo que una vez el ascensor abrió las puertas en planta baja, todos bajaron prácticamente corriendo para alejarse del momento tan extraño que estaba pasando.

Scar y Keto esperaban pacientemente a su hermano menor, ellos se negaron a participar en esa locura, pero sabedores de que Jhon lo haría de cualquier manera y podía empeorar todo, decidieron ayudarlo.

—¿Qué haces? —Uriel fue el primero en ser capturado por Keto, consideraron que era el más fuerte y no pudieron estar más equivocados. Uriel se desmayó de la impresión, pero las chicas atacaron con el gas pimienta y chillaron como dos locas.

—¡Ya basta! —Scar se cubrió los ojos, Brenda le echa ese infernal gas y lo golpea repetidamente. —¡Mierda! —La patada en sus bajos lo hizo ver a la Diosa Luna frente a él.

—¡Déjame! —Andy no se quedó atrás, se aferró al cabello de Jhon y tiró de él hasta hacerlo quejarse. —¡Auxilio, ayuda, por favor! ¡Son secuestradores! —Nadie parecía escucharlos.

—¿Quién lo diría? Me tocó el más fácil. —Keto sonrió con Uriel sobre su hombro.

—¡Pervertidos! —Andy también le echó gas lacrimógeno a Keto quien empezó a maldecir.

Gritos, gruñidos, arañazos y golpes después, finalmente los tres poderosos lobos controlaron a las mujeres.

—Me debes una y bien grande. —Scar estaba furioso. —¡Soy el maldito alfa de la selva de concreto y una simple humana me dio una paliza! —Miró sus ojos rojos en el retrovisor. —¡Inaudito! —Apretó los puños.

Jhon no dejaba de bufar como un toro bravo, sus ojos arden como el infierno y al parecer no sanan tan rápido como su cuerpo. Sabía que esas dos eran peligrosas, pero no a tal nivel.

—Lo siento. —Keto carcajeó. —Pareciera que hubiéramos llorado por días. —Miró a sus hermanos y su carcajada incrementó. —¡Dos humanas hembras nos hicieron esto! ¡A nosotros, los Wildroot, descendientes del primer lycan que existió! —Scar y Jhon lo miraron con deseos de matarlo.

Ya era muy humillante todo y él no hacía más que empeorar ese sentimiento que querían olvidar a como diera lugar.

—Es hora de cruzar la frontera. —Los tres hermanos se transformaron y se echaron a su respectivo humano al lomo.

El viaje fue tranquilo, no se encontraron con cazadores ni con enemigos por lo que llegaron con rapidez. Los miembros de la manada Reflejo De Luna salieron para recibir a su alfa y hermanos.

—¡Han llegado! —Aurora, la madre de los chicos, salió a su encuentro. —Cachorros míos. —Los tres volvieron a su forma humana y fueron vestidos con magia.

—Anda, no sabía que tres grandullones lloraban al lograr traer a tres simples humanos aquí. —Martina se burló de sus nietos. —¿Los obligaron a arrodillarse y suplicar? —Carcajeó para disgusto de sus nietos.

—¿Qué les pasó? —Lycaon miró a sus hijos preocupado.

—Resultaron ser más peligrosas que el hombre. —Scar apretó la mandíbula. —Ahora entiendo el odio de Jhon.

—Oh, mis niños ignorantes. —Martina, que había sido criada por una bruja, sanó los ojos de sus nietos. —La fuerza de una luna equivale a la de su alfa y todo aquel que la rodea se llena de esa energía.

—Pues este de aquí resultó ser un flojito. —Se burló Keto. —Solo se desmayó y ya. —Carcajeó sin poder evitarlo.

—Déjenme entender algo. —Aurora miró a sus hijos con seriedad. —¿Ustedes no secuestraron a estos humanos, verdad? —Los tres retrocedieron un paso. —¡Díganme que no los trajeron en contra de su voluntad!

—Fue idea de Jhon. —Scar y Keto se limpiaron las manos.

—Malditos. —Jhon se abalanzó contra sus hermanos y no tardaron demasiado en tomar su forma lycan.

—Dios. —Andy se sentó. —Mi cabeza. —Saboreó su boca por un segundo y miró la intensa pelea de los tres lobos. —¿Dónde estoy? —Al mirar a su lado y ver a sus amigos tendidos, volvió la mirada a la pelea de esas enormes bestias. —¡Dios mío! —Antes de que el susto se diera por completo, Martina la durmió.

—Ya quiero ver cuando despierte, mi nieto no la contará.

—¡Mamá! —Lycaon reprendió a su madre.

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