Capítulo ochenta y tres: El maldito poder de Lycan.

No puedo ver su cara, pero puedo ver su tamaño. Parece muy grande y aterrador, como los malos de los que me habló mamá.

Oh no. Está viniendo. Está viniendo.

Mis ojos se abrieron de par en par y gemí al ver su cuerpo pasar entre mi ropa, caminando hacia mí. Sacudo la cabeza y me empujo más hacia la e...

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