



Capítulo 1
Ronan caminaba de un lado a otro en sus aposentos, la fría piedra bajo sus botas lo mantenía conectado a tierra mientras su mente corría en círculos. La sensación de vacío en su estómago había estado allí durante días, algo que roía más profundo que el hambre o la sed. Una sensación de pesadez, un peso creciente que no podía explicar. Y ahora, había una torsión nauseabunda en su vientre, el mareo, la extraña ternura en su pecho... Todo se acumulaba dentro de él, implacable.
Nunca se había sentido así antes. Ni siquiera cuando su cuerpo había sido probado en batalla o llevado al límite en el entrenamiento. Pero esto, esto era diferente. Su cuerpo lo estaba traicionando.
Al principio, pensó que era fiebre. Tal vez el veneno de la última batalla, persistiendo justo debajo de su piel. O quizás agotamiento por la constante presión de liderar, de llevar la corona que nunca quiso. Pero los signos estaban volviéndose más claros ahora, innegables. Su temperatura fluctuaba, y su estado de ánimo cambiaba radicalmente sin causa aparente. Y entonces... entonces llegó la verdad innegable.
Su respiración se entrecortó mientras abría la carta de su sanadora, su cuidadosa caligrafía revelando lo que había temido.
—Embarazo.
Arrugó el papel en su mano, la rabia surgiendo por sus venas, más caliente que la fiebre que había estado combatiendo. Esto no era posible. No podía ser. Él era un alfa, o al menos eso creía. Fuerte, dominante, nacido para liderar y conquistar. No un receptáculo para criar. Era un príncipe... su linaje, puro.
Pero la verdad estaba allí, roíéndolo como una bestia salvaje. Los signos. El peso. Los síntomas inconfundibles que ningún grado de negación podía borrar.
¿Cómo pudo haber sucedido esto? Su mente regresó a esa noche, esa maldita noche. El calor que lo había consumido. Las feromonas... las suyas... esparciéndose en el aire, atrayendo a Dimitri. El corazón de Ronan latía con fuerza en su pecho mientras su mente pintaba la imagen, la boca del vampiro en su cuello, sus dientes afilados marcando la piel sensible, su cuerpo... implacable. ¿Cómo pudo él, un alfa, perder el control de esa manera? ¿Cómo pudo Dimitri haber sido atraído hacia él de manera tan primitiva?
La noche no debía importar. Su matrimonio no había sido más que una alianza política. Un juego de supervivencia. Nada más.
Pero Dimitri... Dimitri... había mordido el anzuelo, ¿no? El vampiro siempre había sido demasiado arrogante, demasiado confiado en su propio poder. ¿Fue Dimitri quien lo manipuló esa noche? ¿O fue Ronan, sus propias feromonas actuando como la llave que desbloqueó este maldito error?
Ronan apretó los puños, la ira resurgiendo de nuevo. El niño. ¿Valía la pena? ¿Valía la pena traer una vida a este mundo, a una unión de conveniencia? A esta... locura?
Odiaba esto. Odiaba la impotencia de todo. El hecho de que su cuerpo lo había traicionado, que estaba atrapado en algo que no podía controlar, algo que no era parte de su plan.
Pero sobre todo, odiaba que Dimitri... ese vampiro... estuviera de alguna manera conectado con todo esto.
La idea de decírselo... No, no lo haría. No todavía. No podía.