El almuerzo cancelado

Al escuchar mi súplica, León sacó sus dedos y se desabrochó los pantalones. Su verga saltó a la vista, dura y lista para mí. Me levantó contra la pared, haciendo que envolviera mis piernas alrededor de su cintura.

—Si hacemos esto —me dijo, posicionando su verga en mi entrada—, no hay vuelta atrás....

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