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La casa se sentía sofocante.

Cada vez que doblaba una esquina, podía sentir la presencia de Alex—mirando, esperando, siempre demasiado cerca. Pero me negaba a reconocerlo.

No tenía nada que decirle.

Me senté junto a la ventana de mi habitación, mirando fijamente afuera. Mi mano instintivamente de...