Capítulo 34 Ungüento

Leopold no era del tipo que se quedaba de brazos cruzados. Cerró el puño y le devolvió el golpe a Sebastián.

—¿Golpearme? ¿Quién demonios te crees que eres? —escupió Leopold, defendiéndose—. Cuando yo estaba con Camilla, tú no estabas por ningún lado.

Sebastián atrapó su puño en el aire. Comparado...

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