



Capítulo 7 Embarazada
Justo en ese momento, la enfermera entró con una bandeja llena de frascos de medicinas. Sonrió y dijo:
—Señora Semona, es hora de su intravenosa.
Marcus se levantó de un salto y se acercó a la enfermera, luciendo preocupado.
—¿Necesita ayuda? —preguntó.
Miró a la enfermera con unos ojos tan amables que ella se sonrojó. Veía a Marcus a menudo en el hospital y sabía que era amigo de Dalton. También sabía que él estaba fuera de su alcance.
Pero Marcus nunca actuaba como un rico arrogante. Siempre era muy humilde y trataba al personal junior con respeto. Muchas enfermeras tenían un enamoramiento secreto con él, pero nadie decía nada. Siempre que hablaban con él, se sonrojaban y sus corazones latían rápido.
Sonrojándose, la enfermera dijo:
—Señor Heilbronn, si pudiera ayudar a ajustar la posición de la señora Semona para que esté cómoda, sería genial.
No podía soportar mirar más el rostro guapo de Marcus, así que se concentró en preparar las cosas para la inyección, esperando que sus manos temblorosas no cometieran un error y lastimaran a la paciente.
Marcus ajustó suavemente a Aurelia, asegurándose de que su cabeza y espalda estuvieran bien apoyadas. Se movía con tanto cuidado, como si ella fuera una pieza frágil de arte.
—¿Está bien así? ¿Cómo te sientes? —preguntó, preocupado.
—Mucho mejor, gracias —dijo Aurelia, sintiendo un cálido resplandor por dentro. No estaba acostumbrada a este tipo de atención, especialmente después de haber sido ignorada por Nathaniel. La atención de Marcus la hacía sentir un poco incómoda. Pero Marcus no hizo ni dijo nada inapropiado, así que pensó que solo estaba exagerando.
La enfermera comenzó la intravenosa, y Marcus observaba de cerca, sin apartar los ojos de Aurelia. Su mirada la hacía sentir tanto segura como un poco incómoda. Aurelia no estaba acostumbrada a ser cuidada tan atentamente, pero sus cejas ligeramente fruncidas hicieron que Marcus se preocupara.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
—No, estoy bien —dijo Aurelia. No mentía. La enfermera era muy buena, y el líquido intravenoso comenzó a fluir en su vena, trayendo una sensación fresca.
Aurelia seguía diciéndose a sí misma: "Deja de pensar demasiado. Marcus solo está siendo amable. Solo me ve como a una miembro joven de la familia". Con ese pensamiento, comenzó a aceptar su cuidado.
Después de la inyección, la enfermera se fue, y Dalton dio algunas instrucciones antes de irse también. Pero Marcus se quedó. Seguía revisando a Aurelia, asegurándose de que estuviera cómoda, sus ojos siguiendo el líquido claro en la botella de la intravenosa.
—Marcus, realmente no tienes que cuidarme así. Puedo manejarlo —dijo Aurelia, tratando de hacer entender su punto, pero la mirada gentil de Marcus la detuvo.
Marcus respondió —Sé que puedes, Aurelia. Eres la chica más fuerte que conozco. Pero como mayor, es mi trabajo cuidar de los más jóvenes de la familia. Si mi papá estuviera aquí, esperaría que yo te cuidara.
—Pero...— Aurelia comenzó, pero Marcus la interrumpió con una suave sonrisa —Aurelia, sé de qué te preocupas. No te estreses. Ya he contratado a dos cuidadores. Me iré una vez que lleguen.
Aurelia sintió una oleada de gratitud —Gracias, Marcus.
Mientras el suero intravenoso fluía lentamente, Aurelia empezó a sentirse somnolienta. Sus párpados se volvieron pesados, y pronto quedó profundamente dormida en la cálida habitación del hospital. Su rostro parecía pacífico y hermoso, con un leve rubor como si estuviera teniendo dulces sueños.
Marcus se sentó tranquilamente junto a su cama, sus ojos atraídos por el rostro dormido de ella, sintiendo una oleada de ternura. Ajustó su silla en silencio, tratando de no hacer ruido, pero no pudo evitar echarle algunas miradas más. Las largas pestañas de Aurelia temblaron un poco, haciendo que el corazón de Marcus diera un vuelco.
En ese momento, la puerta se abrió suavemente y Dalton entró con algunos resultados de pruebas. Al ver la expresión enamorada de Marcus, Dalton no pudo evitar bromear —¿Sigues mirando? Pero con una esposa tan hermosa, no puedo culparte. Felicidades, tu esposa está embarazada. Después de todos estos años, nunca mencionaste que te ibas a casar.
—No estoy casado— dijo Marcus, haciendo que Dalton pusiera los ojos en blanco.
—¿No estás casado y dejaste a una chica embarazada? ¡Te juzgué mal, Marcus!— bromeó Dalton, fingiendo estar sorprendido.
Marcus le lanzó una mirada —Baja la voz.
—¿Ahora te importa ella? ¿Por qué no te casaste con ella antes?— Dalton le entregó el informe a Marcus —Ella ya tiene seis semanas de embarazo. Cuando salga del hospital, celebremos.
—Deja de decir tonterías. Ella no es mi esposa— dijo Marcus.
—Entiendo, aún no están casados. ¿Entonces es tu novia?— Dalton pensó que Marcus solo estaba siendo tímido y cambió su redacción, pero la respuesta de Marcus borró la sonrisa de su rostro —Es la esposa de mi sobrino.
La noticia golpeó a Dalton como un balde de agua fría, y necesitó un momento para procesarla. Una tormenta de emociones giraba dentro de Marcus; la preocupación por Aurelia se mezclaba con el shock de la noticia repentina de su embarazo.
Marcus sabía cuánto deseaba Reed que Nathaniel y Aurelia tuvieran un hijo. Normalmente, llamaría a Reed de inmediato para compartir las buenas noticias. Pero Marcus estaba dividido. No quería ser él quien diera la noticia, sin estar seguro de si Aurelia siquiera quería tener al bebé.