



6. Cena con The Alpha.
Unas veinte bolsas despuĂ©s, finalmente habĂamos terminado con la maratĂłn de compras. No solo fuimos a esa tienda, sino a unas tres más. La segunda fue una tienda cara de vaqueros, ya que la otra no coincidĂa con mis gustos. Luego fuimos a una tienda de lencerĂa y maquillaje donde prácticamente me obligaron a comprar lencerĂa sexy; no es que la vaya a usar pronto, y maquillaje real además del bálsamo labial. La Ăşltima tienda fue una de electrĂłnica donde comprĂ© un telĂ©fono, una laptop, unos auriculares y, por Ăşltimo, un dispositivo Bluetooth para mĂşsica.
Cuando regresamos al castillo, ya era de noche, ya que pasamos todo el dĂa de compras. Honestamente, querĂa comprar suficiente ropa para toda la vida para no tener que volver. Bajamos del vehĂculo y algunos hombres recogieron las bolsas, pero no antes de inclinar la cabeza en señal de respeto. Un respeto innecesario.
Los hombres llevaron las bolsas a mis- las cámaras del alfa rey y se fueron de inmediato. Miré las bolsas y comencé a temer tener que organizarlas. Como si leyera mi mente, o interpretara mi expresión, Sarah comenzó:
—Mi señora, yo organizaré las bolsas mientras usted se prepara para su cena con el alfa. Dejaré su ropa sobre la cama. Si me necesita, estaré en el armario.
EntrĂ© al baño una vez más hoy y me di otra ducha, deshaciĂ©ndome del ajetreo de las compras. Al entrar en la habitaciĂłn, esperaba ver un vestido sobre la cama, pero en su lugar, habĂa un top blanco y dorado de cuello halter con pantalones negros ajustados y tacones elegantes. TambiĂ©n habĂa dejado un par de pendientes de diamantes, un collar y una pulsera a un lado junto con lencerĂa menos seductora. Mientras me vestĂa, Sarah entrĂł en la habitaciĂłn:
—Mi señora, déjeme ayudarla a vestirse.
—Oh, no se preocupe, está bien —dije, alcanzando la parte trasera de mi cuello, tratando de abrochar el collar.
—Insisto —respondiĂł y se acercĂł a mi espalda y lo abrochĂł de inmediato. Hizo lo mismo con la pulsera y me llevĂł al espejo del tocador—. ÂżQuĂ© le gustarĂa hacer con su cabello? —me preguntĂł, acariciando mi cabello suavemente.
—Me gustarĂa dejarlo suelto, por favor, pero podrĂas volver a rizarlo —ella asintiĂł y se puso a trabajar. No le costĂł mucho esfuerzo ya que mi cabello es naturalmente rizado, pero a veces se pone rebelde y se encrespa. Se dispuso a ponerme maquillaje cuando terminĂł, pero me neguĂ© y solo me puse bálsamo labial en los labios. Me levantĂ© y me puse los zapatos.
—¿CĂłmo me veo? —Nunca me importĂł mucho la apariencia, pero sentĂ que esta noche tenĂa que lucir lo mejor posible, aunque lo hiciera a mi manera.
—Como una verdadera Luna, aunque es diferente de lo que otras Lunas usan, aĂşn logras verte elegante —me asegurĂł, y eso fue todo lo que necesitaba escuchar antes de salir. ÂżQuĂ© me pasaba? Hasta hoy, nunca necesitĂ© cumplidos para alimentar mi confianza. Probablemente eran los nervios, deberĂa ser natural, despuĂ©s de todo, estaba a punto de cenar con el alfa rey.
Al llegar, la puerta del comedor se abriĂł y sus ojos morados fueron lo primero con lo que mis propios ojos se encontraron. No importa quĂ©, esos ojos siempre lograban quitarme el aliento cada vez que los veĂa. ÂżPuedes culparme? No todos los dĂas ves a alguien con ojos morados naturales. Lentamente, caminĂ© hacia donde Ă©l estaba en la mesa y Ă©l sacĂł una silla para mĂ como un caballero. Le agradecĂ en silencio y Ă©l la empujĂł de nuevo, tomĂł su asiento a mi lado en la cabecera de la mesa y nos sentamos en silencio esperando a que sirvieran la comida.
—Te ves deslumbrante —le oà decir y mi atención se centró inmediatamente en él.
—Gracias, Alfa Rey —dije en voz baja mientras el ambiente se volvĂa demasiado intenso, incluso para mĂ.
—Dwayne —dijo de nuevo y fruncĂ el ceño en señal de pregunta—. Mi nombre es Dwayne... Edwards —explicĂł y me di cuenta de que nadie conocĂa realmente el nombre del alfa rey, probablemente demasiado aterrorizados para averiguarlo—. Por favor, eres mi elegida, asĂ que solo refiĂ©rete a mĂ como Dwayne —me informĂł y asentĂ.
—Está bien... Dwayne —probé el nombre en mi lengua y descubrà que me gustaba cómo sonaba. No era tan amenazante como esperaba, el nombre sonaba más bien suave y amable.
Pronto, la comida estuvo en la mesa y comimos en absoluto silencio, solo se oĂan los sonidos de los cubiertos al chocar con los platos. Al igual que esta mañana, la comida estaba igualmente deliciosa y pensĂ© en ir personalmente a felicitar al cocinero por sus habilidades culinarias.
—Sabes, no te elegĂ por despecho —dijo, rompiendo el silencio, y lo miré—. Te elegĂ porque tu carácter me intrigĂł —¿mi carácter? Decir que estaba sorprendida serĂa quedarse corta—. Eras diferente a todas las demás chicas, muy diferente. Tu elecciĂłn de vestuario, tu comportamiento sin tonterĂas, sin mencionar tu actitud descarada —en esto me sonrojĂ©, no pude evitarlo—. No parecĂas hambrienta de poder como las otras y eso era exactamente lo que querĂa. TambiĂ©n querĂa a alguien que pudiera expresar sus pensamientos con confianza porque eso es lo que implica ser una reina. Eras natural, no llevabas maquillaje y aĂşn asĂ lograbas verte hermosa, incluso ahora —sentĂ que mi corazĂłn iba a salirse de mi pecho con la rapidez con la que latĂa—. Eras rara y yo querĂa algo raro, tambiĂ©n creo que despuĂ©s de todos estos años, merecĂa algo raro —se levantĂł de su asiento—. Me retirarĂ© a nuestras cámaras, te verĂ© cuando termines —y asĂ, saliĂł del comedor dejándome sola con mis pensamientos errantes.
ÂżEsto no era un castigo? ÂżMe eligiĂł porque le gustaba mi actitud? Estaba genuinamente sorprendida porque la mayorĂa de las veces me odiaban por ello e incluso me maldecĂan, pero Âżal alfa rey le gustaba? Esperaba que alguien como el alfa rey eligiera a la hija sumisa de un alfa que se ponĂa toneladas de maquillaje en la cara, pero no, Ă©l eligiĂł a una delta no sumisa que detestaba el maquillaje. Fui rápida en juzgarlo y me sentĂ genuinamente arrepentida. No era nada como los rumores decĂan que era esta noche, solo era un caballero. Avergonzada por mis propias acciones, perdĂ el apetito y apartĂ© mi plato. SabĂa que necesitaba disculparme con Ă©l por mi juicio sobre Ă©l y posiblemente esperaba empezar de nuevo, aunque tendrĂa que ser paso a paso. Moverse demasiado rápido solo causarĂa confusiĂłn y este era solo mi segundo dĂa de conocerlo.
Sabiendo lo que tenĂa que hacer, me levantĂ© y tambiĂ©n salĂ del comedor.